Chaleco de fuerza
Intentó intentarlo
una vez más. Nunca es tarde pensó. Recordó que ya no pensaba, que ya no sentía,
que no recordaba. Apenas respiraba. Se preguntó si valía la pena. Sus preguntas
no tenían respuestas. Sus penas valían más que el intento. Duraban más y dolían
menos. La idea de un nuevo intento devino frustración. Y así murió. No pudo
experimentar el fracaso. El cuerpo no le daba para tanto.
Una indigestión de
novela
Él era un
sibarita de la lectura y aquel día se propuso leer esa famosa novela. Por la
mañana comenzó a masticar las primeras páginas. Con hambre atrasada devoró los
capítulos iniciales y saboreó cada descripción.
Hacia la
mitad se tragó enteros los adjetivos innecesarios y los subtramas.
Luego de
desechar los personajes que le producían acidez se sintió satisfecho.
Pero de
inmediato los estereotipos comenzaron a provocarle naúseas. Concluyó que se
había indigestado y vomitó el predecible final feliz que los ácidos de su
estómago no pudieron disolver. Desde entonces decidió cuidarse en las lecturas.
Quince denarios
Poniéndose de pie Jesús les habló:
- Al llegar el alba, uno de vosotros me habrá traicionado.
Pedro replicó:
- Maestro, por traicionaros la recompensa es de treinta míseros denarios.
Jesús repuso:
- Con un beso me entregará.
Y Judas le preguntó a Pedro:
- ¿Treinta denarios decís?
- Ni más ni menos.
Entonces Judas se acercó a Jesús y lo besó. Indignado, Pedro le inquirió:
- ¿Entregáis a tu maestro por tan poco?
Y Jesús le develó:
- Antes del cantar de un gallo, vos me negaréis tres veces.
Pedro meditó por un momento, finalmente dijo:
- Hay algo que pudiera hacer para salvar mi alma…
- Jesús le respondió:
- "Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos y regocijaros porque vuestra recompensa será grande en el cielo".
Entonces Pedro se acercó a Jesús, le besó la otra mejilla y luego le dijo a Judas:
- Aquí en la tierra, quince denarios es buena recompensa.
- "Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos y regocijaros porque vuestra recompensa será grande en el cielo".
Entonces Pedro se acercó a Jesús, le besó la otra mejilla y luego le dijo a Judas:
- Aquí en la tierra, quince denarios es buena recompensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario